Como cultura viva, incorporamos a nuestros rituales prácticas espirituales que hemos aprendido de los pueblos originarios. Estos rituales son complejos sistemas que requieren dedicación y una cuidadosa administración por parte de quienes los dirigen.
Los ministros de la iglesia, conocidos como Yachay o Kurakas, pasan por rigurosos y largos procesos de aprendizaje. Su educación va más allá de dominar nuestras ceremonias, haciendo del autodescubrimiento un hábito diario.
Para médicos tradicionales o curanderos, el cultivo personal es visto como una práctica espiritual. Viniendo de antiguas escuelas de pensamiento, creemos que el arte es una herramienta para nutrir la autoconciencia. Afirmamos que el arte cultiva la cultura, y es nuestra responsabilidad como sanadores fomentar la disciplina, convirtiéndonos en mejores personas para apoyar y ayudar a los demás.
Los líderes de nuestra iglesia están entrenados en prácticas ancestrales y las comparten generosamente. Transmiten estas prácticas manteniendo sus principios éticos, sirviendo como pilares de la comunidad.
Nuestra tradición habla de la armonía y una relación de paz entre la mente, la emoción, el cuerpo y el espíritu. Creemos en expandir nuestro universo con más posibilidades, lo que lleva a una convivencia más armoniosa y, en consecuencia, a un estado más saludable durante nuestras vidas.
Dada nuestra herencia andina, nuestros principales sacramentos o plantas maestras medicinales, centrales en nuestros altares, provienen de esta región. Se consideran indispensables para nuestro crecimiento espiritual, tanto individual como comunitario, la planta del tabaco y el cactus de San Pedro. Estas son herramientas ancestrales para la comunión. El maíz y otros cultivos nativos andinos también forman parte de la gama de plantas que incorporamos en nuestras prácticas