Nuestra filosofía enmarcada en los paradigmas del Sumak Kawsay, nos hace una comunidad que comparte una forma de vida que nos lleva a la conciencia de la convivencia con la diversidad y al acercamiento a nuestra propia naturaleza. Los hombres y mujeres que se suman a esta identidad, hacen de su vida un espacio para aceptar al diferente y reconocer en la diversidad de esta tierra la presencia misma del espíritu creador que habita en todo.
En el sentido de ser una cultura viva, aceptamos dentro de nuestras prácticas espirituales todo lo que de otros pueblos nativos hemos recibido compartido y aprendido. Nuestros rituales tienen un amplio espectro de detalles que necesitan mucha dedicación para quien quiere conducirlas y cuidarlas.
Los Yachay, o Kurakas, curanderos de nuestra iglesia, pasan por procesos muy largos de aprendizaje y necesitan formarse no solo en nuestras ceremonias, sino hacer del auto conocimiento un hábito diario. Para todos los curanderos cultivarse como persona es una practica espiritual. Al provenir de escuelas antiguas, el Arte es el medio para cultivar ese auto conocimiento. Estamos seguros que el arte construye cultura y que es nuestra responsabilidad como curanderos: la disciplina que nos hará mejores personas primero para asistir y ayudar a los demás después.
Los líderes en nuestra iglesia que asisten y cuidan a las personas de su comunidad, tienen un rigor formado en las prácticas ancestrales y su labor es compartirlas con generosidad, transmitirlas y respetar sus principios éticos.
Nuestra tradición habla de lograr hacer del ser humano un ser íntegro, una persona que ha logrado poner en paz su mente con su sentimiento, su sentimiento con su sexualidad, su cuerpo con su espíritu. Abrir nuestro universo a más posibilidades que nos permitirán una convivencia más armónica y por ende un estado saludable más permanente en nuestro paso en esta vida.
Por provenir de una cultura andina, nuestras plantas medicinales principales, parte de nuestros altares, provienen de ellos. El sagrado cactus del San Pedro y la planta de tabaco son unos de los ejemplos mas notables de nuestra cultura y son los principales medios de comunión. También el maíz y los alimentos autóctonos de los andes forman parte de este gran espectro de plantas que se incluyen en nuestras prácticas como parte indispensable para nuestro crecimiento espiritual.